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Qué tetazas, por favor, qué tetas. No podía dejar de mirarlas. Era como si me hubiera vuelto bizco de repente. Mi amigo se partía de la risa cuando veía el vídeo ese en el que nos grabó. Siempre me sorprendía mirándole el escote a la chica de las tetas naturales, unas tetas gigantes, te perderías en ellas, morirías ahí abrazado, sepultado por ellas. De buena gana las habría follado todo el tiempo, todo lo que ella me dejase, pero lo cierto es que aquella joven hacía unas mamadas también de escándalo, así que simplemente la dejé hacer mientras le miraba las tetas, sus enormes tetas…